Mañana domingo voy a cocinar. Hasta
ahí todo normal y previsible pero los domingos no acostumbro a cocinar según
qué cosas. Los domingos Juan Penumbra cocina arroces, prepara asados o toca
varias flautas a la vez. Me explico, el domingo además de cocinar lo que toca
para ese día hay que preparar o medio preparar otras comidas para el resto de
la semana, no sea que esos duendecillos trepadores, ávidos de comida casera y
provistos de esos utensilios que ahora se les llama desparpajadamente “tupers”
(antes fiambreras) se queden sin su ración.
Este domingo voy a cocinar una
porrusalda con bacalao. En cierta ocasión el inspector Maigret robó una
porrusalda cocinada por Penumbra y todavía está durmiendo la siesta de la
satisfacción que experimentó. Si nombramos a Maigret debemos nombrar a Paul Bocuse gran cocinero y ferviente partidario de los guisos caseros de Juan
Penumbra. En cierta ocasión Bocuse probó en casa de Penumbra un fricandó que
mereció un largo comentario por parte del gran cocinero francés. Ni qué decir
tiene que el maestro Bocuse dejó por los suelos los fricasés franceses.
Cada vez que Bocuse visita a Juan Penumbra
lo hace de incógnito, pues dada la proximidad del restaurante de Carmen
Ruscalleda éste teme que esa señora irrumpa orangutanamente en su casa para
pelotear un poco al maestro y molestar a Juan Penumbra en definitiva. Con lo
pesada y porfiadora que es esa mujer podría provocar una grave indigestión al
maestro Bocuse y un severo ataque de ira al anfitrión Juan Penumbra. La casa de
Juan Penumbra no es un plató ni un programa de TV3 en los que pueda irrumpir
toda la familia Ruscalleda con la trompeta del esposo incluida, cuando les
venga en gana.
Hecha esta larga introducción vamos
a entrar en materia y cocinemos una estupenda porrusalda con bacalao. Para ello
necesitamos un par de puerros medianos y bien frescos contados en rodajas, un
par de zanahorias medianas cortadas en medias lunas, una cebolla picada,
patatas suficientes, vino blanco, caldo vegetal y unos 200 gramos de bacalao
desmigado y bien desalado. Sobre el punto de sal del bacalao hay mucho que
discutir y me temo que difícilmente llegaríamos a un acuerdo con los que lean
esto (si es que hay alguien que lo lee). Yo soy de los que opina que el bacalao
debe mantener un punto de salazón sin el cual no es bacalao, es otra cosa de
enjundiosa calificación pero nada parecido al bacalao.
Vamos a empezar por rehogar la
cebolla y la zanahoria durante unos veinte minutos a fuego suave, seguidamente
añadimos el puerro que removeremos con cuidado para que se poche y se deshaga
lo menos posible, acto seguido agregaremos un vaso de vino blanco que habremos
probado previamente para cerciorarnos de su calidad y de que no está picado.
Evaporados los alcoholes del vino, añadiremos las patatas que tendremos
cortadas en cascos del tamaño de un bocado, las marearemos con el conjunto del
sofrito y acto seguido procederemos a verter en la cacerola el caldo vegetal o
agua para que se cuezan las patatas. Esto nos llevará unos veinte minutos,
pasados los cuales añadiremos el bacalao, removeremos y dejaremos cocer por
espacio de unos diez minutos más. Rectifiquemos el punto de sal. Ni qué decir
tiene que este guiso de cuchara requiere comerlo dos veces, quiero decir comer
dos platos y que como todos estos guisos está más rico recalentado, es decir,
guisarlo hoy para comerlo mañana. Una ensalada le viene bien a este guiso pero
no descartemos preparar unos pimientos asados que aliñaremos con ajo picado y
un buen aceite de oliva virgen extra.
Recomiendo un vino tinto con pocos recovecos, de esos que son difíciles de olvidar o que se recuerdan tanto o más
que el guiso que hemos compartido y disfrutado. Que aproveche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario