Juan
Penumbra es un degustador compulsivo de guisos de cuchara, No desprecia nunca
unos garbanzos bien cocinados, un buen estofado o unas lentejas con todos sus
sacramentos. De este capítulo culinario forman parte esos platos a base de
fideos o pasta corta que se comen con cuchara y que tienen un alma profunda
llamada sofrito, que algunas veces abriga una cantidad suficiente de trozos de
costilla, unos trozos de panceta o bien pulpo, sepia o calamares. Los fideos
gruesos macizos son una herramienta indispensable para que estos guisos tengan
personalidad y empaque; verter una bolsa de fideos de cabello de ángel es una
opción que si bien es respetable no hace más que deslucir y diluir las marcadas
personalidades de la base del guiso y provocar un galimatías de texturas que
vuelve majareta al comensal. Cada cosa en su sitio, señores y que con cada
cucharada que metamos en la boca, seamos capaces de identificar qué es lo que
hemos pescado en este viaje al fondo del plato.
Los
guisos de cuchara son eclécticos por naturaleza, admiten casi todo y no les es
extraño casi nada. Por algo, estos guisos son parte integrante de lo que
conocemos con el nombre de cocina pobre o cocina de aprovechamiento, al
criterio de ustedes lo dejo, lo importante es que nos entendamos.
Llegada
la temporada de las alcachofas, no le viene mal al guiso un par de ellas
debidamente cortadas e introducidas en el puchero en los últimos diez minutos
de cocción con el fin de que no se desintegren. Unos guisantes que nos sobren
tampoco le molestan a la costilla y si nos quedamos cortos de fideos, no es un
disparate trocear un par de patatas y añadirlas al conjunto. De igual forma, un
par de puñados de arroz también nos pueden salvar la papeleta; lo más
importante además de que el guiso esté a la altura, es que nadie se quede con
hambre. Ni qué decir tiene que cocer los fideos con un buen caldo de puchero o
un fondo de carne, da al conjunto una nota de sabor que a buen seguro, hará las
delicias de quienes nos acompañen.
La
costilla de cerdo no sé qué tiene que me vuelve loco, no me cansaría de
incorporarla a muchas recetas que andar un poco cojas de elemento porcino, sin embargo,
las salchichas de cerdo unidas a la costilla elevan la categoría del guiso y
más si hay niños en la casa.
Para
que esta guiso brille con luz propia, conviene no escatimar ingredientes. El
tomate debe ser abundante y natural si puede ser, cebolla tampoco le debe
faltar, sin olvidarnos del ajo; un pimiento verde troceado seguro que entabla
una amigable relación con el resto de ingredientes. La hoja de laurel y un poco
de perejil picado no le va nada mal al conjunto de elementos botánicos.
En
esta ocasión Juan Penumbra ha invitado a doña Elena Francis, al inspector
Méndez y al mismísimo Pablo Iglesias con los que durante la sobremesa debatirá
sobre temas de actualidad. No se sabe si acudirá a la cita el librero Domingo
Benito que se está reponiendo de un percance.
Recuerda
Juan Penumbra un arroz caldoso degustado con una buena amiga a la orilla del
mar. Era un arroz con galeras y pulpo. Una exquisitez que en cualquier caso se
veía eclipsada por la belleza de la amiga de Juan Penumbra.