martes, 17 de enero de 2012

COCINANDO PARA OLVIDAR...




El asado está en su punto....

Juan Penumbra estaba hasta los colgajos de las fiestas navideñas y del ambiente almibarado que provoca patinazos, con caídas con contusiones y fracturas emocionales.

Penumbra quería pergeñar una nueva situación psico-emocional nueva, capaz de resarcirle del mal trago navideño. Por esto se dijo: “Como no espabile esta situación podrá conmigo, por lo tanto,  ¡guerra sin cuartel al almíbar navideño!”.

Para entrar en ambiente, Juan Penumbra agarró el cesto de la compra y se dirigió al mercado con la intención de comprar un pollo de corral y cocinarlo en una cazuela al horno al estilo tradicional. Pasó por la pollería y se hizo con el mejor ejemplar de pollo de corral que había, al lado mismo en la tocinería se hizo con unas butifarras y una tira de costillas de cerdo ibérico que acabarían haciendo compañía sacramental al pollo en esa cazuela tamaño familiar que Juan Penumbra sacaba para las ocasiones especiales. Los preparativos, así como la compra formaban parte de una liturgia que culminaría con el exorcismo gastronómico que ahuyentaría los malos espíritus post-navideños.

Igual que no hay dos sin tres, no podía abandonar el mercado sin recalar en su carnicería de cabecera y comprar dos kilos de carne de vacuno picada para elaborar un “ragú”, es decir, una salsa boloñesa con que espantar los malos pensamientos y rememorar sus “pranzos” italianos con sus correspondientes sobremesas regadas con una botella de buena grappa, del vino de Chianti ni hablamos, de la uva San Giovese, tampoco, eso forma parte del pasado y merece un tratamiento aparte y especial; habrá tiempo para ello.

Al llegar a casa se cambió de ropa para estar más cómodo y no mancharse, ya se sabe que las salpicaduras de salsa de tomate son un incordió y es aconsejable evitarlas siempre que se pueda.

Una vez listo, se dispuso a llamar a su amiga Nuria que estaría liando un cigarrito y  por lo tanto, tardaría en responder a su llamada. Le propuso a su amiga enviarle por vía Air-Gastrum unas cuantas raciones de salsa boloñesa y medio pollo de corral asado, acompañado de las correspondientes costillas y la butifarra. Nuria no se hizo rogar, respondió un sí rotundo, inequívoco sin paliativos... Penumbra le dijo: “eso está hecho florecilla”, mañana lo tendrás en tu casa, esta es mi Nuria. Menuda sorpresa se llevaría al abrir el paquete y encontrar unos botes de las preciadas conservas que elaboraba Penumbra además de lo anunciado. Juan Penumbra tenía esa costumbre, la elaboración de conservas de verduras en aceite y las mermeladas eran una de sus aficiones culinarias que apreciaban sus amigos. Nuria encontraría un bote de alcachofas y otro de berenjenas “sott’olio” además de un tarro de mermelada de naranja amarga perfumado ligeramente con canela.

Juan Penumbra no perdió tiempo, se dispuso a cocinar sin más dilación. Preparó las verduras y el manojo de hierbas aromáticas que debían acompañar el asado. Puso las carnes sazonadas en la cazuela y después de comprobar la temperatura abandonó el asado a su suerte.

La salsa boloñesa requiere tiempo y mucha paciencia, la carne picada no sería nada sin ese sofrito tan peculiar que se elabora con cebolla, apio, zanahoria y tomate en cantidad suficiente para ahogar la carne y dar a la salsa la fluidez y textura adecuadas. Resolvió pronto los pasos más comprometidos de la salsa, el punto óptimo de cocción de la carne para añadir a continuación los ingredientes del sofrito; “ la lectura no debe hacer perder la escritura” dijo para si y le dio una vuelta al asado, asegurándose que no se asara más de un lado que de otro, cuidó del grado de humedad de las carnes, añadió un buen vaso de vino seco y decidió dejar de nuevo a su aire esas carnes que progresaban adecuadamente, mutando la turgencia de la carne cruda por esa precaria solidez quebradiza de la carne asada.

El ragú está listo...


Terminadas las labores, se sirvió una cerveza Alhambra bien fresquita y ojeó la prensa muy por encima, no estaba dispuesto a que las malas noticias le arruinaran un productivo día.

Que os aproveche.